El lunes de esta semana abrí el portal de El Deporte de Listín Diario, topándome con dos noticias completamente diferentes: un excelente reportaje sobre Hanser Alberto y la otra titulaba un nuevo problema judicial de Wander Franco.
Esos dos jóvenes han tomado caminos en la vida y en el deporte completamente diferentes. A Wander lo firmaron recibiendo un bono de 3.9 en 2017, alcanzando las Mayores e imponiendo récords para un jugador de su edad. Ya a los 20 años agregaba a su bono por firmar un contrato de 182 millones de dólares en noviembre del 2021, algo impensable para un pelotero adolescente.
La historia de Hanser es diferente. Con un bono por firmar de algo más de 60 mil dólares, de esos casi la mitad se queda en manos de los que lo entrenan, alrededor de 30 mil dólares fueron puestos en una cuenta por lo que pudiera pasar en el futuro con el joven jugador.
Los scouts tildaban a Alberto de pequeño y con pocas habilidades, aunque no conocían el corazón del Potro de Güisa. Una de las primeras promesas cumplidas del dos veces líder de bateo en Lidom al llegar a las Grandes Ligas fue reconstruir la casa de su tío abuelo, algo que hizo con el bono recibido en su primer año en la postemporada del 2015.
Hanser es un chico querido y respetuoso del juego. Además su altruismo llega a tal punto que compró los terrenos del play de su comunidad, Güisa, distante a unos tres kilómetros del estadio Julian Javier, para que los niños y jóvenes tengan un espacio para entrenar, a la vez él ponerse en forma para la temporada otoño-invernal, pues al parecer no tiene planes de seguir jugando béisbol fuera de Dominicana. De más está decir que sin ganar mucho dinero ha sabido invertir lo obtenido a base de trabajo duro.
Wander Franco ha copado los titulares deportivos de manera negativa. En mi caso no soy dado a escribir sobre asuntos personales de los peloteros, sin embargo este joven ha cometido fuera del diamante los errores que no ha realizado en el terreno de juego.
El torpedero tiene dos casos pendientes en la justicia, en lugares tan distantes como Puerto Plata y San Juan de La Maguana, ambos por asuntos de faldas y braguetas.
El béisbol y la vida misma son como un sendero que se bifurca, en todo caso Hanser ha tomado un camino de claridad, mientras Wander está construyendo un túnel oscuro y solitario.