El nombre de ‘Pedro Martínez’ es mencionado y Deivi García menea su cabeza de un lado a otro y sonríe ligeramente. Escuchar tu nombre en la misma frase junto al de uno de los lanzadores más grandes en la historia de Grandes Ligas — y un compatriota de García — es un gran honor y un gran desafío.

Es una comparación con la que García ha vivido desde que se amarró las agujetas de sus zapatillas deportivas por primera vez a la edad de 16 años en la academia de los Yankees en Boca Chica. Su tamaño y suave entrega al plato a menudo lo hacen ser comparado el miembro del Salón de la Fama, cuyas proezas alguna vez avivaron una de las máximas rivalidades del Rey de los Deportes.